lunes, 8 de septiembre de 2008

“El Arte te convierte, tiene algo de religión, es pura pasión”


Nota publicada en ETC Magazine online y ETC Magazine Periódico (publicación mensual cuya zona de distribución abarca las localidades de San Isidro y Vicente López, Provincia de Bs. As., Argentina. ) , Julio 2006

“El Arte te convierte, tiene algo de religión, es pura pasión”

Diego Manuel habla sobre cómo ser artista argentino y vivir en el intento.

Diego Manuel, platense, de 36 años, es un artista íntegro; con todas las letras. Es egresado de la Facultad de Bellas Artes Universidad Nacional de La Plata –UNLP- y del Taller de Aurelio Macchi de Capital Federal, donde terminó de perfilar su vocación y estilo propio.

En la actualidad, sus obras se encuentran en diversas colecciones particulares en Sudamérica, Europa, Estados Unidos, y Hong Kong. En esta nota, cuenta sobre su arte y el modo en que un artista se las ingenia para vivir de su vocación en nuestro país, en los tiempos que corren.

-¿Cuándo comenzaste a pintar?

No tengo memoria de un día. Mi madre me enseñaba a dibujar animales desde muy chico: a los 3 ó 4 años, quizás antes. Recuerdo muy lejanamente dibujar animalitos; ella me agarraba la manito para dibujarlas.

-¿Tuviste maestros en esto ó especies de mecenas que te hayan apoyado especialmente?

Entre mis maestros puedo nombrar a dos de Escultura: Aurelio Macchi y Rubén Elósegui, uno había sido discípulo del otro. Cuando falleció Rubén tuve la inquietud de completar lo que me inculcaba con su maestro Aurelio. Lo de estudiar Escultura fue un poco de casualidad. Me acuerdo que estaba en el secundario de Bellas Artes de la UNLP y Elósegui iba a visitar a veces a las profesoras de grabado. Le caí bien; quizás le habían contado que tenía potencial. Luego, en la Facultad, él me insistió para que siguiera en su cátedra -era jefe de cátedra de Escultura-. Teníamos muy buena onda. En el año y medio que lo conocí, nos hicimos un poco amigos. Le planteaba en su cátedra un ambiente que más se parecía a un grupo de arte; nos trataba como a iguales, como a colegas, nos daba confianza, había una mística. El Arte es algo que te marca, no existe otra cosa en el mundo. Te convierte, tiene algo de religión, es pura pasión.

-¿Cuándo pasaste, de ser un pintor "por amor al arte" a poder ponerle precio a una obra y definitivamente vivir de eso?

Fue paulatino. Hace 7 años que vendo mis pinturas: primero por el medio de Internet a través de mi sitio web www.diegomanuel.com.ar, y en los últimos años, por medio de galerías también. En Estados Unidos me representan una galería en California y otra en New York. Todos mis compradores son de EE.UU. y Europa, pero últimamente se acercan compradores del medio local, lo que me da mucha ilusión.

-¿Cuán fácil o difícil es vivir del arte en Argentina? ¿Cómo influyó económicamente la salida del uno a uno, el aparente auge del arte en nuestro país y la posibilidad de mostrar y vender tu arte al resto del mundo, también por Internet?

El cambio de la moneda ayudó mucho, igualmente vender arte es azaroso. En mi caso no me puedo quejar: tengo el privilegio de vivir de mi profesión.

-Tus temas son variadísimos. A la hora de pintar, ¿Siempre lo hacés en tu taller ó sos de los que se trasladan y salen a buscar sus musas?

Pinto en el taller pero siempre voy con una libretita haciendo apuntes. La creatividad es un misterio, trato de divertir al niño que tengo dentro. Quizás eso sea lo importante: no olvidar a nuestro niño interior y como niños, tratar de ser esponjas de conocimiento. Ser artista además tiene una gran cuota de ingenuidad, de falta de autocrítica a la hora de hacer, nada de escepticismo y de creérsela un poco, aunque sea por unos minutos.

Aclaro que cuando digo “artista” hablo de la profesión no de la palabra “artista” a la qu e algunos le dan una condición de inalcanzable y de consagratorio; hablo de ser artista más que todo en una forma primaria. Hablo de poseer un oficio, entonces puedo decir “soy artista”. De la otra forma nadie lo podría decir porque los que unánimemente lo son, están todos muertos. Tengo una pintura que describe esto; es una isla con pequeños retratos de grandes creadores de todos los tiempos: artistas con cabeza humana y cuerpos de pájaros resucitaron como pajaritos; Mozart, Beethoven, Goya, El greco, Hendrix, entre otros, todos en un árbol, entonces ahora pueden cantar a los cuatro vientos “¡somos artistas!”.

-¿Es sencillo mostrar tus obras y lograr su venta? Es decir, ¿Cómo pintor tenés que estar continuamente haciendo exposiciones o dándote a conocer vía Internet lo lográs sin esfuerzos?

Lo principal es la obra. Si la obra interesa es todo más fácil. En mi caso, tengo mi propia galería en Internet que tiene mucho tráfico y he logrado clientes directos, además de las ventas por galerías. Es un trabajo aparte el de promocionar y vender las pinturas, pero el secreto verdadero está en ellas mismas, porque la palabra final la tiene el público.

-Tengo entendido que también das clases. ¿Cómo hacés como maestro para enseñar a tus alumnos a que descubran su propio estilo sin copiar a otros? ¿Se comienza copiando estilos y luego buscando los propios?

Les trato de enseñar los fundamentos, ejercicios clásicos y académicos; mis caprichos los dejo para mis obras. Lo peor que puede pasar en un taller es que todos se parezcan al maestro. Pienso que básicamente la enseñanza es siempre la misma: el arte no evoluciona, el mundo cambia y como nos nutrimos de ello es natural que el arte parezca cambiar, pero el cambio es aparente, hablamos de las mismas cosas hace siglos, las mismas preguntas sin respuesta. En resumen, lo que hay que enseñarles a los alumnos es a abrir los ojos a lo que nos rodea.

Por Laura Zavoyovski

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